'La sirenita del Ebro', eterna leyenda en París
París, 31 ago (EFE).- Dos centésimas. Eso es lo que permitió a Teresa Perales ganar el bronce en los 50 espalda, clase S2, y tocar la pared antes que la italiana Ángela Procida. De esta forma, se convirtió en París en leyenda de la natación paralímpica y del deporte mundial, ya que con 28 medallas igualó a Michael Phelps, el 'tiburón de Baltimore', que ganó el mismo número de preseas en cinco Juegos Olímpicos.
París, 31 ago (EFE).- Dos centésimas. Eso es lo que permitió a Teresa Perales ganar el bronce en los 50 espalda, clase S2, y tocar la pared antes que la italiana Ángela Procida. De esta forma, se convirtió en París en leyenda de la natación paralímpica y del deporte mundial, ya que con 28 medallas igualó a Michael Phelps, el 'tiburón de Baltimore', que ganó el mismo número de preseas en cinco Juegos Olímpicos.
"Trabajo, trabajo y trabajo. Eso es lo que hay detrás de Teresa Perales aunque también hay algo mágico detrás de ella", declara Laureano Gil, coordinador de natación de la Federación Española de Deportes de Personas con Discapacidad Física, a la que pertenece Teresa.
No muchas personas son capaces de aguantar el ritmo de entrenamientos, competiciones y sacrificio que lleva Teresa Perales desde hace años. Muchas veces se levanta a las 6:30 de la mañana, viaja a Madrid en tren para entrenar con su equipo, el Club Natación Pozuelo, junto a su entrenador Darío Carreras, y regresa a Zaragoza para dormir en casa con su familia.
Todo ese esfuerzo ha servido para que Teresa, que usa silla de ruedas desde los 19 años debido a una enfermedad, cumpla el último gran sueño. Ese que parecía imposible aunque para ella esa palabra no entre en su vocabulario. Es una luchadora nata y su capacidad de superación, resiliencia y pundonor no tiene límites.
Por todos esos valores, Teresa Perales es una de las grandes deportistas españolas de la historia tras una larga carrera como nadadora que comenzó en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000. Además, su carácter, afable, llega a la gente y alcanza el corazón de todo aquel que la conoce. Por eso, en París, en la zona mixta de la piscina de la Defense Arena, fue recibida por los periodistas españoles que cubren los Juegos Paralímpicos con aplausos, besos y lágrimas en los ojos.
Este último hito en su carrera llega tras un ciclo de tres años que no ha sido nada fácil. Desde Tokio 2020 su discapacidad se ha agravado y ya en aquellos Juegos en la ciudad japonesa obró otro nuevo milagro ganando una plata en los 50 espalda estando lesionada debido a una luxación en su hombro izquierdo.
En los meses posteriores fue intervenida y empezó a nadar con un solo brazo, el derecho. Fue reclasificada a la clase S2 para ese nuevo modo de nadar pero en febrero de este 2024, en las Series Mundiales de Melbourne (Australia), tuvo que volver a ser examinada. Los jueces decidieron que subiría de categoría, a las S3, algo con lo que tanto la nadadora como el Comité Paralímpico Español y la Federación Española de Deportes de Personas con Discapacidad Física, de la que depende, no estaban conformes.
Las reclamaciones provocaron que en abril, en Funchal, sede de los Europeos, la nadadora aragonesa volviese a pasar un proceso de clasificación con el objetivo de ser revisada de nuevo su discapacidad. El objetivo era volver a la clase S2 y así competir de igual a igual con nadadoras que lo hacen en condiciones similares a la suya. Lo consiguió.
En la piscina parisina volvió a obrar un nuevo milagro. Lo hizo ante la atenta mirada de los casi 13.000 espectadores que acudieron a la Defense Arena. Entre esos espectadores dos muy especiales, el exnadador paralímpico Xavi Torres, compañero de fatigas durante años, y la reina Letizia, que vibró con ella al igual que el resto de la delegación española presente en las gradas, dónde se vio mucha bandera roja y amarilla.
El destino además ha querido que la medalla 28 en sus séptimos Juegos Paralímpicos, esa con la que soñaba despierta desde hace mucho tiempo, llegue en París, una ciudad a la que une algo más que el deporte. Hace veinte años, su marido la pidió matrimonio en la Torre Eiffel.
Sus hazañas deportivas son una parte muy importante de la vida de Teresa Perales y sus resultados han sido reconocidos como Hija Predilecta de Zaragoza en 2008, la Gran Cruz de la Real Orden del Mérito Deportivo en 2014 y el Premio Princesa de Asturias de los Deportes en 2021. Pero no solo eso, ya que es diplomada en Fisioterapia, ha sido diputada del Partido Aragonés Regionalista (PAR), directora general de Atención a la Dependencia en el Gobierno aragonés y ha escrito dos libros.
David Ramiro